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Fondo, figura, y fondo otra vez

Lunes, 20 Noviembre 2017 21:28 Escrito por Dana Saulnier


Fondo, figura, y fondo otra vez en el arte de Cecilia Vázquez*

Mientras más tiempo dedica un artista a su práctica creativa, resulta más difícil generalizar sobre su trabajo, pues no sólo “adopta posturas” que pueden interpretarse como un inventario. Un artista responde a la vida y genera nuevas dimensiones para la experiencia humana. Es mejor pensar su práctica como una especie de morada.

En el arte de Cecilia Vázquez encontramos un vocabulario de formas figurativas que palpitan con su pensamiento: flores vivas en la memoria, cuerdas que unen y conectan, mandalas sin principio o fin, joyería que revela una belleza dura, y carne viva. Sí, ésta es visceral, vulnerable, efímera, pero también conmovedora e íntima. Sus formas se despliegan en estratos de múltiples estilos. La artista ofrece variaciones de su trazo, entre ellas pasajes abruptos de marcas pictóricas, manchas, siluetas y descripciones refinadas. Su trabajo está marcado por vínculos históricos con otros pintores: los problemas de la forma y la luz, la tradición de la naturaleza muerta y la imaginería del vanitas. Vázquez consigue equilibrar una diversidad fluida, ricamente envuelta en significados potenciales. De hecho, la oposición entre visión profunda y ceguera es siempre intensa en su arte.

Cecilia Vázquez habita sus proyectos como quien habita la técnica. Su estancia en momentos y espacios que se desplazan entre fondo y figura se constituye por una membrana de técnica que ella hace visible. Vemos sus formas y espacios como el fondo práctico de su pensamiento; y así, vemos su técnica. En algún sentido esto es ver la mente ritual y pragmática de una artista que ha habitado durante largo tiempo sus métodos de trabajo. Es un camino profundamente intelectual y práctico, y debiéramos entender las condiciones rudimentales de técnica, de medio, como aún otra manera de pensar el fondo.

El arte de Cecilia Vázquez abre, suspende y proyecta nuestros sentidos del tiempo y del lenguaje. Esta es otra manera de decir que su trabajo materializa visualmente la diferencia. Si bien es cierto que un horizonte de técnica es un asunto ritual para cualquier artista, para una que de modo particular se mantiene atenta a la unicidad de una vida experimentada a fondo, estar inmersa en la técnica no se reduce a la experiencia del taller. Junto con nosotros, Vázquez habita nuestras condiciones básicas cambiantes. Como testigo de esta vida, nos ofrece sus regalos. Crea dimensiones que en este momento resultan tanto poéticas como proféticas.

Por Dana Saulnier
Artista y escritora de arte


*Fragmento; para la versión completa, visitar www.danasaulnier.com
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