¡Juega! hace alusión a un comando que sirve para desplegar o proyectar entre muchas cosas, video.
Jugar como verbo, como la acción que recrea; re-crear como proceso iterativo, continuo que divierte, que separa y que distrae.
Jugar para atraer y distraer para alejar. En la cadencia de ese vaivén entre seducir y distanciar se presentan videos de 10 artistas mexicanas. Los temas que abordan no pretenden ser novedosos, sino re-visitaciones contemporáneas de temas como identidad, cuerpo y otredad. Lo que une a estas artistas no es que abordan el juego como tema, sino cada tema como juego.
En cada obra el juego es proceso y es artificio.
La antología transcurre entre dos polos complementarios en los que la identidad se proyecta como una construcción orgánica y flexible, donde la identificación con lo femenino tiene matices que van desde lo aparentemente banal -como en Cool Cool Water de Katri Walter, quien se construye a semejanza de imágenes publicitarias, explorando la carga erótica y potente de lo húmedo- hasta la reconstrucción de lo esencial, como en el Monólogo de Vanessa Quintanilla, quien separa su persona(lidad) en tres instancias, diferentes pero complementarias, como la Santísima Trinidad.
En el trayecto de un polo a otro, se presentan videos como Fuera de Lugar, de Ale de la Puente, que hace una travesura dirigida apropiándose de un rito típicamente masculino y nos mantiene en la atracción de un alargado momento del proceso sin principio ni fin, sin metas cumplidas. Paula Sabina, por su parte, juega a ser Dios en el performance Quo Modo Deum, donde su cuerpo se convierte en el intersticio entre lo virtual y lo real, su acción está del lado de la ilusión, en un sentido muy distinto al de Luna Maran en De las Nubes Los Dedos, quien se apropia de un evento casual e imprime poéticamente un juego infantil entre un sombrero y una silla; Y desde ese lugar de infancia, aparece Paola Esquivel quien reconstruye el acto sexual entre sus padres en búsqueda de su propia génesis, en La Hijita de Aydeé Paola establece un ritual de complicidad con su madre, quien construye a los modelos con masa de pan y acompaña a la autora a confrontar la visión idealizada de su origen.
Larisa Escobedo construye un autorretrato que anhela el retorno a la vida mediante la transmutación de una naranja; Retorno al Samsara sugiere la imposibilidad de un origen primo. En un anhelo similar, Angélica Chio busca el retorno a “un mejor porvenir”; en Me Voy a México, Chio utiliza la reapropiación como recurso no solo narrativo, si no humorístico para expresar el deseo nostálgico de volver a un origen exotizado.
BW.d. de Gabriela León, apunta a una nostalgia más discreta al comentar sin merodeos ciertos cánones de belleza contemporáneos en los que presenta gráficamente al cuerpo, no como un objeto de consumo, sino como un objeto consumista en sí. En Striped Grey and Blue Shirt, María Ezcurra registra una acción mediante la cual produce una pieza escultórica de la serie titulada “Cuerpo de Trabajo” en la que sustrae al cuerpo y nos deja con lo que lleva, que es la ropa concebida como segunda piel, y colgada como trofeo de cazador.
Las piezas que conforman la presente antología llevan implícitos transcursos aparentemente contradictorios: son seriamente lúdicas. Sin embargo, en cada obra lo lúdico trasciende lo anecdótico; las autoras de estos videos, borran toda resonancia superficial y desdibujan anécdotas… ¡jugando!