Museo de Mujeres

¿Qué relación hay entre estos tres temas que puedan abrirnos a una exploración del trabajo de las artistas contemporáneas que presentamos en este módulo? ¿De qué manera han aparecido en las estructuras narrativas y conceptuales de lo femenino?¿Cómo vincular la máquina a lo monstruoso y de ahí a la maternidad?

Desde los años veinte algunas creadoras buscaron la manera de construir su obra a través de su experiencia vital, articulada desde lo femenino. Ello tuvo como resultado la aparición de una subjetividad creadora más flexible –y también más frágil– por su posición un tanto marginal dentro del canon profesional, como por los temas a los que se referían: particularmente la maternidad y el deseo sexual. En ocasiones se optaba por un tono confesional, autobiográfico; éste incumbe no solo al género femenino, sino a la relación con lo otro, lo diferente –aún en nosotras mismas.

 

La literatura y las artes han sido pioneras en esa exploración de una identidad fragmentada, pero es definitivamente el performance el que abre la puerta de golpe, pues lo coloca en el cuerpo de la artista. El cine experimental, la foto y el video nos dan testimonios de esa primera búsqueda. De ese ir y venir desde adentro para afuera, y de afuera hacia adentro.

 

En el ámbito de las artes visuales, en el México de los años veinte encontramos obras en las que el origen, el género y la situación política se mezclan dentro de una narrativa personal. Tal es el caso de Frida Kahlo, María Izquierdo y Nahuin Ollin.

 

En los años setenta el colectivo La Revuelta comienza a mostrar su militancia con la representación de pequeñas escenas callejeras que abordan el problema del aborto, rompiendo así con el escenario característico y empujando la militancia hacia el espacio público.

 

En los ochenta Mónica Mayer y Maris Bustamante tienen varios performances y dibujos sobre la maternidad, al igual que Yani Pecanins con sus libros de artista y objetos que conforman un minucioso relato de su infancia a través de la recuperación de objetos usados. Por esa época empezaron a publicarse novelas escritas por mujeres que trazaban la historia familia a tres voces: abuela-madre-hija. Chinas, chicanas, italianas y mexicanas mostraban versiones de la historia reciente de su país original desde el mundo privado. Así, la maternidad y lo monstruoso de la misma, encarnados en la generación anterior, revelaba la tensión constante entre madre e hija: la dicotomía de ser parte de la vida reproductora, o de perseguir una identidad propia.

 

Nosotras tuvimos años antes a escritoras que indagaron en la historia nacional –que es también una búsqueda de identidad– trazando perspectivas desde la provincia, la infancia y la maternidad sin olvidar un marco social colmado de violencia tanto física como ideológica. Elena Garro, Rosario Castellanos, Inés Arredondo y Nellie Campobello nos hacen comprender la importancia de armar una estructura formal y conceptual en la que la transición entre el afuera y adentro es una tensión esquiva y potente. Un giro se produce en los años setenta, cuando algunas poetas sitúan en el cuerpo el lugar para explorar lo que aún no se puede nombrar. Por ejemplo, Gloria Gervitz con Migraciones, un largo y único poema que ha cambiado constantemente y que relata sus diferentes identidades mezcladas con otras voces, ecos de su madre y abuela. Pura López Colomé con una escritura que está bajo la sombra de la muerte de la madre como el inicio del destierro de su lugar de origen. Y María Baranda, poeta que iguala lo monstruoso con la belleza en su capacidad de seducción. En todas estas escritoras la figura de la madre funciona como un eco, múltiple y fluctuante. No hay un yo único sino varios contradictorios que parecen estar relacionados con esa figura materna que Kristeva designa como continente.

 

Más recientemente Carmen Mariscal y Lorena Wölffer, entre otras muchas, se han atrevido a plantear la maternidad como un desdoblamiento al que la sociedad parece empujarnos: dilemas que siempre entran en tensión con la construcción familiar y la propia autonomía. Si pensamos que la reproducción es tan importante tanto como especie como en su representación cultural, el cuerpo de la mujer es el objeto en observación para las técnicas reproductivas dentro de la medicina contemporánea. Ser madre, conformar una familia y construir colectividad son algunos de los temas que están puestos en juego en esta disertación entre mujer-madre-naturaleza y quizá aquí entra la imagen de la máquina-muñeca que nos liga a la belleza perfecta. No podemos dejar de pensar en el poder que tiene un cierto tipo de belleza en nuestra sociedad, y que presupone un empoderamiento personal. Nos regresa al mito de Afrodita (es decir a la sexualidad femenina), que miente para conquistar a ese otro que enamora.

 

Es interesante el poder que la tecnología nos ha dado para pensar en sociedades utópicas o infernales. Si analizamos la obra de Silvia Gruner o Lucero González vemos que la cámara es un ojo externo que nos sirve de espejo, y que nos deja ver las tensiones entre mito y modernidad.

 

La presente lista de artistas es larga, y las conexiones poderosas. Aquí mostramos también el trabajo de artistas más jóvenes: Tania, Alejandra, Bricia, Carolina, Yarret, quienes vuelven a estos temas.

 

Como decía Borges los temas en el arte no son muchos, pero cada generación los narra de manera distinta.

 

LECTURAS

 
1. Nelson, M. (2015). The argonauts. Graywolf Press.

2. Gervitz Gloria, MIGRACIONES,Tucán de Virginia, 1996 México,D.F.

3. Gervitz Gloria,PYTHIA,Mario del Valle Editor,1993

4. Baranda María, EL MAR INSUFICIENTE,UNAM, 2010

5. López Colomé Pura,INTEMPERIE,Ediciones sin nombre,San Luis Potosí, 1997

6. López Colomé Pura,UN CRISTAL EN OTRO,Ediciones Toledo, Oaxaca,1990

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