Autodesnudas
AUTODESNUDAS
por Eli Bartra
Las artistas en el siglo XX representaron su cuerpo desnudo de múltiples maneras y cada vez más. Si el retrato en las artes visuales es la representación de la identidad de una persona, el autorretrato es la propia identidad; sin embargo, la autorrepresentación se refiere tanto a la identidad como a la autopercepción.
Para el feminismo de los años 70 el cuerpo de las mujeres fue el centro de atención. Hoy en día, si bien lo que aparece como más importante para los feminismos es el ámbito de la política formal y la inserción de las mujeres en ese espacio, las artistas han lanzado al cuerpo femenino a otra dimensión: se denuncia la violencia en todas las formas que éste sufre y, a su vez, ultrajado, lacerado, se utiliza para denunciar artísticamente otras muchas vejaciones sociales.
A partir de la década de 1960 aparecen momentos de distintas rupturas en México, sin olvidar la revuelta estudiantil de 68. El movimiento así llamado de ruptura en el arte se da precisamente en esos años (aunque inicia desde la década anterior) y se produce, sobre todo, contra la establecida y dominante escuela mexicana de pintura abanderada por los llamados tres grandes: Rivera, Orozco, Siqueiros y luego Tamayo.
A principios de los años 1970 surge y se desarrolla el neofeminismo mexicano y junto con él las artistas llevan también sus rupturas. Una de ellas es la representación del cuerpo femenino desnudo –a menudo el propio- de maneras harto diferentes a las prevalecientes hasta entonces en el canon, a excepción de algunas artistas como Frida Kahlo, quien llevó a cabo sus propias rupturas.
La representación del cuerpo desnudo se ve inevitablemente ligada a la cuestión del erotismo y la pornografía; y a pesar de que no han parado de definir tanto al arte erótico como al pornográfico ambos pueden son sujetos a redefinirse una y otra vez pues nos hallamos lejos de un consenso.
Lynda Nead, parafraseando a Kenneth Clark, afirma que son cosas muy aparte y que “Tan pronto como una imagen se convierte en un ‘incentivo para la acción’, se expulsa del ámbito del arte y la creatividad y entra en el dominio inferior y corrompido de lo documental, la propaganda y la pornografía.” (Nead, 1998, p.50). No comparto esta afirmación ya que tenemos en el mundo múltiples ejemplos de arte crítico, comprometido políticamente, que puede mover a la acción y no es pornográfico.
La representación de un cuerpo desnudo es fundamentalmente erótica y la representación del sexo claramente expuesto, de un sujeto con el miembro en erección o bien las relaciones sexuales explícitas tiende a ser pornográfica y la historia del arte de todo el mundo está llena de ello. Si esta representación es estética, será arte, si no, pura y simplemente pornografía aunque, desde luego, el contexto resulta crucial. Lo que en un momento o para una persona es erótico, en otro tiempo o para otras personas no lo es, así en el arte como en la vida cotidiana. Cassidy Hughs dice que “No hay duda de que la pintura del desnudo femenino en el ‘gran arte’, como imagen, es muy parecida a la imagen pornográfica, que ofrece mujeres como objetos sexualizados para la lujuria de los hombres.” (pp. 29, 46 y 86. Traducción mía). Así, la fina línea que divide arte erótico y arte pornográfico se vuelve con frecuencia más y más difusa. [Un autor como Calvo Serraller habla claramente de un “arte pornográfico”, pero una gran mayoría no acepta su existencia (1998, p. 297).] Quizá sería más pertinente decir lo erótico o lo pornográfico en el arte.
Haré un pequeño muestrario de autorrepresentaciones de artistas del siglo XX e inicios del XXI en México. Significativo resulta señalar que no he encontrado uno solo de las décadas de 1950 y 60. Es quizá porque e esos años entra de lleno el expresionismo abstracto.
Todas estas imágenes son, casi sin excepción, autorrepresentaciones en movimiento, dinámicas, cruzadas por la fuerza, impugnadoras, hasta chocantes algunas, y todas sumamente impactantes. Otra cuestión en la que es preciso reparar es la utilización tan frecuente que hacen las artistas de fluidos como la leche y la sangre –eminentemente de mujeres. Así como del lodo, otro elemento femenino que refiere a la gloriosa “madre tierra”. Es también notorio el hecho de que tantas y tantas artistas representen su cuerpo fragmentado. Recurrente ha sido en el pasado que los artistas lo hicieran, pero en el caso de las autorrepresentaciones es hasta sorprendente. ¿Será una forma de crítica, será una manera de expresar la fragmentación que viven a menudo las mujeres, “la mujer rota”?
Nahui Olin. Autorretrato, Oleo. c1929.
Nahui Olin (1893-1978) en uno de sus múltiples autorretratos se pinta joven y bella, pero aunque posa para sí misma y se mira directamente se encuentra en movimiento.
Olga Costa, Duelo, 1942.
Olga Costa, (1913-1993) al igual que Frida Kahlo en “Las dos Fridas”, 1939, se autorrepresenta en una dualidad desempeñándose en la esgrima, mucho más activa externamente que la de Kahlo, ya que en el cuadro de ésta la acción va más que nada por dentro, emocionalmente.
Frida Kahlo, La columna rota, óleo s/tela, 1944.
“La columna rota” de Frida Kahlo (1907-1954), es un cuerpo lascerado, martirizado, puede tener elementos eróticos, los senos firmes podrían ser eróticos… nuevamente, para algunas personas.
Chela Cervantes, s/t, acuarela/papel, c1975.
La acuarela sin título de Chela Cervantes (1954) de la década de 1970, en estilo naïf, en la que ella está acostada en su cama con dosel, las piernas bien abiertas mostrando el sexo, es también una obra claramente erótica, provocadora, y era en plena acción feminista de la autora.
Pola Weiss, Exoego, video, 1981.
En cuanto a Pola Weiss, (1947-1990) en “Exoego” uno de los pocos videos en que está ella misma desnuda y aparece bailando envuelta en una tela, rodeada de telas, ese objeto tan de las mujeres.
Lorena Wolffer, Báñate, performance, 1992.
Lorena Wolffer (1971-), por su parte, es la performancera y personaje principal de sus obras. Con frecuencia desnuda ella, desnuda críticamente a la realidad mexicana. “Báñate”, 1992, fue su primer performance. “En este ritual -afirmó- busqué subvertir la lectura común de la sangre –tanto en la historia del performance como en la cotidianidad- como un elemento de shock, empleándolo como una sustancia purificadora y erótica.
Helena Neme, Mapa abierto, cámara estenopeica, 2007/8.
En la imagen de Helena Neme (1974-), realizada con cámara estenopéica o Pinhole-camera, se representa un cuerpo por un lado fraccionado, fragmentado y, por otro, eminentemente erótico.
Mónica Mayer, “Mater 6”, dibujo, 1997.
Mónica Mayer (1954-) es una de las primeras artistas dentro del neofeminismo, por lo tanto, lleva más de cuarenta años realizando arte feminista. En este dibujo, en el que parece estar embarazada, se representa sin cabeza y sin piernas de la rodilla para abajo. Es más que curioso que las feministas en particular tiendan a hacer desnudos y autodesnudos parciales o escindidos, como señalé.
Gladys Villegas, De la Serie Territorio Femenino (tríptico), gráfica digital, 2010.
Gladys Villegas (1961) es otra de las artistas que se autorrepresenta fraccionada, parcial. Su cuerpo, muy velado, se quiere mostrar pero no lo hace realmente.
Lucero González. Fotografía. c1997.
En “Conecta”, 1997, Lucero González (1947) en un ritual, se autorrepresenta, se embarra de lo que parece ser lodo-tierra y medita; desnuda ante su cámara a sus 50 años está en una pose por demás transcendental que no la representa precisamente.
Eugenia Vargas, de la serie “Sin título”, 1985/86).
Así como también juega con el barro Eugenia Vargas (1949) en la serie “Sin título”, 1985/86, en medio de una naturaleza agreste, rocosa, y ella embarrada de lodo se confunde, cual camaleón, con esa naturaleza y se muestra abatida.
Susana Chaurand, “Autorretrato con rosas, Tepic”, fotografía, 1994.
Susana Chaurand (1955-2012) se acuesta casi en posición fetal en “Autorretrato con rosas, Tepic”, 1994, y se cubre con una tela negra transparente, como si fuera la membrana del útero; esta tela, además, ennegrece su blanquísimo cuerpo, tiene los ojos cerrados. Es una especie de nacimiento-muerte.
Ana Casas Broda, Tres días después del parto de Lucio, 2008. Del libro Kinderwunsch 2006-2012, Editorial La Fábrica.
Extraña es la foto “Tres días después del parto de Lucio”, 2008, de Ana Casas Broda (1965-), porque en la imagen ella parece embarazada, pero el bebé ya nació y está pegado a su pecho, como flotando, ya que un brazo de ella está detrás de su cabeza y el otro a lo largo de su cuerpo.
Maru de la Garza, Performance. Episodio femenino, 2005.
A su vez, Maru de la Garza (1961-), juega también con su cuerpo desnudo para mostrarnos parcializado un cuerpo femenino bañado en leche.
Luisa Restrepo Moreno, performance en el taller La Pocha Nuestra, 2010. Foto Antonio Turok.
La performancera Luisa Restrepo Moreno (1977-) con su propio cuerpo sin ropa (que no desnudo) en el taller La Pocha Nuestra busca, sobre todo, incomodar a su público. Ella está toda bañada con carboncillo y otra mujer le lame el cuerpo por largo rato, lame, lame, lame… por 20 minutos; le parece que es lamida de una forma muy animal. Hay, sin duda, una estrecha relación entre los dos cuerpos.
Colectivo Doble A. Adriana Bravo y Andrea Robles, autorretrato, 2012.
Nuevamente tenemos la interacción entre los cuerpos, sólo que en el caso del Colectivo Doble A (Adriana Bravo y Andrea Robles) se muestra también su interior, su esqueleto. Una de ellas tiene todo el acceso al interior de la otra y la toca cual piano.
Bela Limenes, foto, de la Serie Hasta los poros, 2010-11.
La fotógrafa Bela Limenes (1959-) se autorrepresenta quitándose la ropa, muestra, pero no muestra. Un acto que con suma frecuencia es de lo más sensual y aquí aparece como tal, pero un tanto desenfadado y cotidiano. También nos enseña su cuerpo parcial en lo más sexual de las mujeres: los senos y el pubis pero manipulados por ella, a su antojo.
Angélica Escoto, Historias e histerias, autorretrato, 2008.
El cuerpo sublimado de Angélica Escoto cual si fuera una imagen en un cuadro o el cuerpo, nuevamente parcial, con una referencia a su interior. Los cuerpos no son sólo la apariencia externa, sino también lo de adentro, las entrañas, los huesos.
María Eugenia Chellet, La Maja soy yo, collage, 1988.
Ma. Eugenia Chellet (1948), realiza un comentario irónico y crítico entorno a La Maja desnuda de Goya, y es ella misma La Maja.
Patricia Greene, Esplendor, alambre de cobre, base madera de parota, 2009.
En la escultura de alambre con referencias autobiográficas de Patricia Greene, (1952-) la mujer, una vez más, segmentada, se esfuma, se evade o bien se eleva hacia los cielos, hacia la inmensidad del universo.
En “Descanso”, 2010, técnica mixta de Sonia Félix Cherit (1961)
Dos cuerpos en barro yacen sobre algo que podría ser un mar de paja. Y también aquí no tienen cabeza, ni pies, ni brazos, pero el sexo femenino del que se halla boca arriba está claramente marcado. Y son dos cuerpos activos, no están ahí nada más “echados” sino en tensión y duros, jóvenes, desde luego. Se trata de una autorrepresentación.
Yolanda Leal, Así no es, foto, 2002 (Disculpe las molestias)
Yolanda Leal (1968-) se expone retadora, al mirar fijamente a la cámara, la suya. Reta con sus piernas abiertas, diciendo además: disculpe las molestias, y expone su sexo al espectador o espectadora, desafiante.
Erika Trejo (1976-) “Este cuerpo es mío”, performance-video frente al Teatro Romea, Murcia, 2012.
En este performance-video feminista de Erika Trejo (1980-), ella desnuda lleva una pancarta que dice “este cuerpo es mío” y posa para las cámaras en plena calle.