La superficie habla
Superficies es una buena palabra para acercarse a la pintura de Claudia Gallegos. Superficies que denotan profundidades en el tiempo y el espacio; estratos anteriores del proceso pictórico, capas sobre capas reflejando el periplo de la mente por el movimiento de la mano. Su huella se siente sobre toda la superficie. Los rayones en carboncillo parecen provenir, más que del expresionismo de Tobey o Twombly, del encefalograma de una voluntad que pretende exteriorizar sus ritmos internos. Aquí no valen las palabras, los conceptos, las mismísimas imágenes. La finalidad es expresar mediante grafismos la vibración interior del motor del alma. Por eso la pintura de Claudia Gallegos es una piel viva, opaca y transparente a la vez, superficie e interioridad, creciendo desde abajo hacia arriba, desde adentro hacia afuera, desde lo subjetivo al objeto y desde su mente a la nuestra.
Por su condición de sismógrafo, la pintura de Claudia es fundamentalmente autónoma, tanto de influencias históricas como de referentes externos. Ve hacia adentro y nos habla con un murmullo interior. Necesitamos silencio para ver esta obra, para sentir el latido de sus rayones y escuchar la vibración de su voz. ¡Silencio, que la superficie habla!


