La volcana
Monday, 27 July 2020 17:29
Written by Lucero González
Libro de artista La volcana. 2019
Era abril cerca de mi cumpleaños…pasaron muchos años antes de regresar a Guatemala. Pensé que sería un viaje placentero al centro del volcán Pacaya, tenia el deseo de filmarlo y fotografiarlo. Cuando bajé del caballo y empecé a subir por las piedras volcánicas me empezó a latir fuerte el corazón. Nunca había visto un mar de lava inmenso, el paisaje era fantástico y aterrador por donde volteara mi vista…solo lava petrificada y unos hilos rojos saliendo de sus entrañas. Me paralicé de miedo, podía oir mis latidos agitados, las piernas me temblaban y el calor del fuego que fluía cerca de mis pies me envolvía con sus gases y murmullos. Subir o no subir la montaña hasta la cresta, se revolvía en mi cabeza hasta que el guía me dio la orden 'no puedes quedarte atrás ni parar, tienes que seguir con el grupo hasta la cima', las cámaras y el equipo que llevaba me pesaban demasiado. Todo era cuesta arriba pero al llegar fue una sorpresa increíble, caía la tarde y el cielo ardía, llegó la noche y al voltear la mirada de regreso, unos hilos de lava ardiendo recorrían el paisaje.
Libro de artista La volcana. 2019
Era abril cerca de mi cumpleaños…pasaron muchos años antes de regresar a Guatemala. Pensé que sería un viaje placentero al centro del volcán Pacaya, tenia el deseo de filmarlo y fotografiarlo. Cuando bajé del caballo y empecé a subir por las piedras volcánicas me empezó a latir fuerte el corazón. Nunca había visto un mar de lava inmenso, el paisaje era fantástico y aterrador por donde volteara mi vista…solo lava petrificada y unos hilos rojos saliendo de sus entrañas. Me paralicé de miedo, podía oir mis latidos agitados, las piernas me temblaban y el calor del fuego que fluía cerca de mis pies me envolvía con sus gases y murmullos. Subir o no subir la montaña hasta la cresta, se revolvía en mi cabeza hasta que el guía me dio la orden 'no puedes quedarte atrás ni parar, tienes que seguir con el grupo hasta la cima', las cámaras y el equipo que llevaba me pesaban demasiado. Todo era cuesta arriba pero al llegar fue una sorpresa increíble, caía la tarde y el cielo ardía, llegó la noche y al voltear la mirada de regreso, unos hilos de lava ardiendo recorrían el paisaje.