Debajo del último estrato
En el interior de las piezas hay líquido medular, precioso y delicado como la porcelana, imposible de remover, como la información genética que subyace en un paisaje. La elección del material para construirlas nos hace conscientes de nuestro ciclo vital, de nuestra inevitable vuelta a la tierra y la posibilidad de algún día incorporarnos a una vasija de barro o una escultura, con todas sus fortalezas y debilidades.
María hace una investigación empírica que trata de llegar hasta la célula, a la esencia de la estructura pero basándose en indicios femeninos, inculcados, cuestionándolos con la vehemencia de quien cava bajo una montaña, disecta una niña para ver qué hay dentro, despelleja los huesos de una mano y revisa la cabeza de la gente como quien busca piojos en las criaturas. En este proceso, la artista descubre que todo está compuesto de capas, y que bajo la última subyace otra más, que dudosamente será la última.


