Mónica Espinosa: atender mundos pequeños
Mónica Espinosa y Alfredo Mendoza proponen una confabulación o juego de relaciones y de aproximaciones entre una serie de objetos cotidianos; una instalación que abarca todo el espacio de El Cubo y que se extiende hacia el exterior del museo. El objeto inicial de esta "confabulación" -cuyo punto central se ubica en lo que fuera la casa de David Alfaro Siqueiros- es justamente un cenicero que perteneció al muralista. Los artistas toman como punto de partida para su instalación los mandalas del budismo tibetano que representan las fuerzas para la meditación -para presentar una serie de apuntes tridimensionales, bidimensionales y sonoros. En colaboración con otros artistas -cuya obra en incluida en la instalación y por tanto apropiada por Espinosa y Mendoza- convierten El Cubo en un espacio de contemplación. En base a lo que Marcel Duchamp denominara lo infraleve (una caricia, un roce ligero, el calor que se disipa, un dibujo al vapor de agua, etc.) presentan la capacidad que las situaciones comunes poseen para tornarse rituales, maneras relevantes de habitar un universo: el andar del mundo.


