Demografía
Jueves, 19 Diciembre 2013 00:13
Escrito por Cynthia Grandini
Para esta serie de 21 fotografías nuevamente he trabajado con el texto escrito sobre una superficie, una vez más me ocupo de la huella que la escritura deja, pero esta vez lo hago sobre la piel; me interesa la marca en las superficies en la medida en que inscribe algo en cada uno de nosotros. Este trabajo se titula Dermografía, la etimología dice que la palabra viene del griego derma atos: piel, y graphé: trazado; se define como: “la propiedad de la piel de ciertos individuos de entumecerse cuando se pasa por su superficie la punta de un instrumento; en la línea del trazado aparece un color rojizo y luego una marca elevada que sigue exactamente dicha línea”.
Para hacer estas fotografías escribí sobre la piel las palabras que vemos (sin tinta, ni herida alguna), pero antes fue necesario pensar -junto con quien aparece en las imágenes- las palabras que su cuerpo quería gritar y que su historia de vida había acallado. En el proceso se hizo real la potencia emotiva del trazo y la palabra.
Lo que hoy leemos en la piel de ella habla de una condición emocional previa a ser escrita sobre la piel. Cada palabra es la acumulación de acallamientos difíciles de expresar, pero también del deseo, los sueños y la necesidad de decir lo que ha sido reprimido. La piel es el lugar donde todo ello regresa para ser revelado a los ojos. Con esta condición dermatológica, el cuerpo nos vuelve partícipes de lo privado y el acto de hacerlos explícitos –escribiéndolos- tiene entonces un sentido catártico de estructurar, dar forma y -por fin- de liberar.
Para esta serie de 21 fotografías nuevamente he trabajado con el texto escrito sobre una superficie, una vez más me ocupo de la huella que la escritura deja, pero esta vez lo hago sobre la piel; me interesa la marca en las superficies en la medida en que inscribe algo en cada uno de nosotros. Este trabajo se titula Dermografía, la etimología dice que la palabra viene del griego derma atos: piel, y graphé: trazado; se define como: “la propiedad de la piel de ciertos individuos de entumecerse cuando se pasa por su superficie la punta de un instrumento; en la línea del trazado aparece un color rojizo y luego una marca elevada que sigue exactamente dicha línea”.
Para hacer estas fotografías escribí sobre la piel las palabras que vemos (sin tinta, ni herida alguna), pero antes fue necesario pensar -junto con quien aparece en las imágenes- las palabras que su cuerpo quería gritar y que su historia de vida había acallado. En el proceso se hizo real la potencia emotiva del trazo y la palabra.
Lo que hoy leemos en la piel de ella habla de una condición emocional previa a ser escrita sobre la piel. Cada palabra es la acumulación de acallamientos difíciles de expresar, pero también del deseo, los sueños y la necesidad de decir lo que ha sido reprimido. La piel es el lugar donde todo ello regresa para ser revelado a los ojos. Con esta condición dermatológica, el cuerpo nos vuelve partícipes de lo privado y el acto de hacerlos explícitos –escribiéndolos- tiene entonces un sentido catártico de estructurar, dar forma y -por fin- de liberar.