Geografías Ocultas
Jueves, 19 Diciembre 2013 12:23
Escrito por Laura González Flores
En sus fotos de cirugías, Mariana Gruener utiliza la técnica fotográfica dentro de su más pura acepción documental, aunque incide, al mismo tiempo, en la tradición estética de la visualidad occidental: como en La lección de anatomía del doctor Tulp, de Rembrandt, el eje de la imagen es el cuerpo abierto. Del “ver para creer” de la escolástica al “ver para conocer” de la edad Moderna, la visión se desplaza del ámbito de la fe al territorio del conocimiento. Mientras que en el óleo de Rembrandt la sutil belleza de la composición lumínica encubre nuestra curiosidad morbosa, en las fotos de Gruener la precisión y el detalle la descubren y subrayan. Desprotegidos ante nuestra inevitable vocación científica ? por no decir nuestra pulsión escopofílica, pasión a través de la mirada ?, nos entregamos al hecho de ver el cuerpo abierto gracias a la doble mediación tecnológica de la medicina y la fotografía. A diferencia de la imagen de Rembrandt, claramente construida, las fotografías de Gruener nos remiten al hecho de que ese cuerpo – un cuerpo- es real y puede ser el nuestro. El detalle no permite aludir al cuerpo como entidad abstracta, sino como un cuerpo concreto que puede distinguirse de otros por sus rasgos específicos. Oculto tras el morboso fisgoneo del cuerpo, yace la inevitable capacidad de la fotografía de convertir la función epistemológica de la imagen en una declaración de intenciones estética y artística.
En sus fotos de cirugías, Mariana Gruener utiliza la técnica fotográfica dentro de su más pura acepción documental, aunque incide, al mismo tiempo, en la tradición estética de la visualidad occidental: como en La lección de anatomía del doctor Tulp, de Rembrandt, el eje de la imagen es el cuerpo abierto. Del “ver para creer” de la escolástica al “ver para conocer” de la edad Moderna, la visión se desplaza del ámbito de la fe al territorio del conocimiento. Mientras que en el óleo de Rembrandt la sutil belleza de la composición lumínica encubre nuestra curiosidad morbosa, en las fotos de Gruener la precisión y el detalle la descubren y subrayan. Desprotegidos ante nuestra inevitable vocación científica ? por no decir nuestra pulsión escopofílica, pasión a través de la mirada ?, nos entregamos al hecho de ver el cuerpo abierto gracias a la doble mediación tecnológica de la medicina y la fotografía. A diferencia de la imagen de Rembrandt, claramente construida, las fotografías de Gruener nos remiten al hecho de que ese cuerpo – un cuerpo- es real y puede ser el nuestro. El detalle no permite aludir al cuerpo como entidad abstracta, sino como un cuerpo concreto que puede distinguirse de otros por sus rasgos específicos. Oculto tras el morboso fisgoneo del cuerpo, yace la inevitable capacidad de la fotografía de convertir la función epistemológica de la imagen en una declaración de intenciones estética y artística.