Una búsqueda constante
Lunes, 23 Diciembre 2013 13:59
Escrito por Elisa Ramirez Castañeda
Para Gerda, un fragmento......
Dios separó las aguas de la tierra antes de crear las estrellas del firmamento. Cuando la tierra aún era blanda, los fósiles imprimieron allí sus huellas., fuego y tiempo abrieron entonces tajos de barranco, entre sus pliegues corrieron los ríos, los cauces horadaron las piedras. Gerda Hansberg usa de estas dos maneras sus materiales para adentrarnos en su visión., sobre papel, incrusta objetos y logra fósiles contemporáneos, donde los tintes naturales dejan su marca mineral o vegetal que, al absorberse, emanan de la textura húmeda donde quedó su impronta en color.
En las telas usa un procedimiento inverso. La sobreposición de transparencias con tempera y velaturas parece descubrir los primeros estratos, como por deslave. Las formas aparecen, abrillantadas por flujos de agua y delineados entre niebla.
Las múltiples capas revelan trazos donde surgen, de pronto, vagas figuras en un diseño también natural; recónditas, se recortan entre planos sucesivos de un solo color explorados por la pintora con obsesión de geólogo o persistencia de lluvia.
Sólo aparece en la obra de Gerda Hansberg la mitad de una imagen, pues el espectador debe completar la otra con el auxilio de una memoria muy lejana; texturas de donde emergen, tras el rabillo de los ojos como en la duermevela, los más diversos seres y ancestros.
Todo artista anhela ser contemporáneo de sus orígenes para acceder con todos sus sentidos esa utopía inicial donde conviven lo vegetal y lo animal, lo blando y pétreo, el agua y la arena; donde las alianzas están aun ocultas, todavía por nombrar y descubrir; donde comienza la cuenta de los años; donde se dibujan los linderos de nuestras playas interiores.
Para Gerda, un fragmento......
Dios separó las aguas de la tierra antes de crear las estrellas del firmamento. Cuando la tierra aún era blanda, los fósiles imprimieron allí sus huellas., fuego y tiempo abrieron entonces tajos de barranco, entre sus pliegues corrieron los ríos, los cauces horadaron las piedras. Gerda Hansberg usa de estas dos maneras sus materiales para adentrarnos en su visión., sobre papel, incrusta objetos y logra fósiles contemporáneos, donde los tintes naturales dejan su marca mineral o vegetal que, al absorberse, emanan de la textura húmeda donde quedó su impronta en color.
En las telas usa un procedimiento inverso. La sobreposición de transparencias con tempera y velaturas parece descubrir los primeros estratos, como por deslave. Las formas aparecen, abrillantadas por flujos de agua y delineados entre niebla.
Las múltiples capas revelan trazos donde surgen, de pronto, vagas figuras en un diseño también natural; recónditas, se recortan entre planos sucesivos de un solo color explorados por la pintora con obsesión de geólogo o persistencia de lluvia.
Sólo aparece en la obra de Gerda Hansberg la mitad de una imagen, pues el espectador debe completar la otra con el auxilio de una memoria muy lejana; texturas de donde emergen, tras el rabillo de los ojos como en la duermevela, los más diversos seres y ancestros.
Todo artista anhela ser contemporáneo de sus orígenes para acceder con todos sus sentidos esa utopía inicial donde conviven lo vegetal y lo animal, lo blando y pétreo, el agua y la arena; donde las alianzas están aun ocultas, todavía por nombrar y descubrir; donde comienza la cuenta de los años; donde se dibujan los linderos de nuestras playas interiores.