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Romper barreras con creatividad

Lunes, 23 Diciembre 2013 14:16 Escrito por Angélica Abelleyra

No soporta el estancamiento. Por eso nada más empieza a sofocarse con algún paisaje, cierto tema o trabajo artístico, Martha Hellion le hace caso a sus impulsos y explora. Ya sea al empastar libros de artista, diseñar vestuario o investigar a profundidad asuntos culturales, hurga en historias propias o ajenas y hace el registro de las nostalgias, los viajes y los deseos.

Tiene varios amores, pero todos la conducen a los libros. Es lo que más le genera placer: recorrer sus páginas, tentar sus hojas con dedos y ojos y hacer relatos en esos objetos que no son cúmulo de letras sino pedazos de memoria.

Estudió arquitectura y antropología y ambas especialidades le dieron una estructura de pensamiento a la que sumó su gusto por el arte. Había sido hija única durante siete años, así que para entretenerse copiaba los dibujos y las letras de los periódicos que le daba su padre y aquella práctica le fue soltando la mano para ejecutar los planos arquitectónicos años más tarde.

En la Universidad apenas cinco mujeres como ella osaban estudiar Arquitectura. Le encantaba la parte práctica, era buena para las matemáticas pero había algo que no la satisfacía. Recuerda que la carrera era más teoría que otra cosa y a ella le importaba “la parte humana”. Trató entonces de ligarse con la Antropología y la vida de los museos. Los trabajos de museografía en el recinto de Antropología le abrieron los ojos a la infinita riqueza de los textiles y por esa vía canalizó otro amor: las telas. Además le vino otro enamoramiento: Marc Chagall. Sin ser fanática del autor ruso, se alió al mundo creativo de aquél a través del vestuario que realizó para ballet, ópera y teatro. Durante dos años, restauró un centenar de trajes que Chagall realizó para diversos proyectos y aún ahora sigue explorando en otra parte del vestuario y se mantiene como asesora permanente de la Fundación con el nombre del pintor. Uno de sus proyectos es editar un libro alrededor de esa labor de restauración.

Artista visual con una mirada periférica, fue cofundadora (junto con Felipe Ehrenberg) de la editorial Beau-Geste Press, mediante la cual se inició en el trabajo profesional multidisciplinario. No sólo difundió la obra del colectivo Fluxus sino que rompió las barreras de la especialización y manejó la danza y el performance, el arte conceptual, la edición de libros de artista y el arte correo.

En ese gusto creativo tuvo caminos coincidentes con un colega que ya no está físicamente (murió en 1989) pero que la acompaña siempre: Ulises Carrión, de quien Martha hizo un volumen que es referencia obligada del universo que nos ocupa: Libros de artista. Homenaje a Ulises Carrión (editado por el Museo Carrillo Gil y otras instancias).

Hacedora ella misma de estos libros de arte, otro de los planes de Martha a mediano plazo será establecer en su propia casa de Mixcoac un espacio de exhibición, distribución e intercambio parecido al de Carrión (Other books and so, montado en Ámsterdam entre 1976 y 1981), además de mostrar obra de su colección (piezas de Frederic Amat, Boris Viskin, Demián Flores, entre muchos autores de Islandia, Italia y Francia) para continuar así con su visión redonda que rompe barreras en aras de la creatividad.

Texto publicado originalmente en La Jornada Semanal (31/marzo/2002)
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