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Tiempo al juego

Lunes, 06 Enero 2014 19:14 Escrito por Emma Cecilia García

El debate en torno a la representación de la realidad en la imagen fotográfica es interminable, sobretodo si partimos de la premisa de que el interes del fotógrafo es reproducir su mundo personal, su sueños, sus obsesiones y sus ansiedades a través de la imagen capturada por la lente, además de intervenir en el proceso de impresión o incluso en el producto final.

El mundo del fotógrafo se va contruyendo con fragmentos de su propia historia y de la realidad que lo reodea, pero también con los impulsos de su mundo interno que se manifiesta desde la toma fotográfica hasta el resultado final del papel fotosensible. En estos casos, se descubre la propia realidad del creador y su vínculo con el mundo exterior. El fotógrafo elige y captura el momento, ya sea documental o construído y le da un sentido personal, desde su propia subjetividad: es ahín donde los eslabones que lo unen con el entorno se vna diluyendo.

Hija del fotógrafo Antonio Kahlo, Cristina creció en Coyoacán, cerca de los olores de los productos químicos y de la magia de ver aparecer la imagen sobre la superficie de un papel. Se apropió del cuarto oscuro de su padre a los trece años; y a los dieciocho ingresó a la escuela Activa de Fotografía, en la Cd. de México, para luego matricularse, un año después en el Centro de Enseñanza de la Imagen, en Madrid.

Cristina trabaja pacientemente con objetos encontrados o con cuerpos geométricos, con manos inf´´ntiles que aprisionan pequeños pájaros, o con animales reales que parecen pertenecer a un mundo fantástico. Trabaja con la naturaleza y por supuesto con el agua. Cada imagen en tocada por la autora antes o después de la toma. Con gran delicadeza, Kahlo interviene la imagen impresa, la ilumina, la bloquea, la resalta. Imágenes, todas, intervenidas por la mano de Kahlo para sumergir atmósferas fantásticas. El retoque con óleo, el viraje, la reproducción de la obras ya terminadas, permiten a Cristina cambiar la realidad a su propio gusto.

El cuerpo es una constante en su trabajo. A veces en velados cuerpos infantiles, otras en simulaciones, como aquella mano que comparte el espacio con las figuras geométricas evocando a De Chirico. Rara vez muestra un cuerpo completo. Brazos, manos o pies toman su lugar en la escena. Como tema y obsesión se presenta ese pie, que en el proceso de la toma se ha mutilado desde el tobilloa, a veces inocente nadando cerca del delfín, a veces solo en un acto de equilibrio, o bien enfatizado por el color impuesto por Cristina. La imágenes pasan del juego infantil a la dolorosa fuerza del cuerpo fragmentado.
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