Memorias de lo cotidiano
Lunes, 06 Enero 2014 20:53
Escrito por Alejandra Zermeño
La velocidad y la indolencia propias de la vida en la urbe conspiran contra una experiencia activa y cotidiana de la memoria, en la vida agitada de las grandes urbes pocas veces damos importancia a la pequeñez de acciones y situaciones que, aparentemente insignificantes, pueden transformar nuestra relación con el entorno. Memorias de lo cotidiano, plantea hacer referencia a las experiencias efímeras y cotidianas que el ciudadano de la urbe experimenta. Al tomar el cuerpo como punto de partida, la exposición se centra en el cuerpo como sujeto, objeto y lugar. En la muestra, las instalaciones son dramáticas y envolventes. Al espacio lo definen y articulan multitudes y figuras solitarias –concreto, resinas, espuma de poliuretano, tela, lana– y vacíos donde podría haber cuerpos. Al encontrar estas presencias y ausencias, se nos insta a no ser espectadores pasivos, sino a convertirnos en parte de la obra al ir caminando por ella o en su derredor, navegando y negociando espacios.
Memorias de lo cotidiano funciona como una invitación hacia un viaje a través de diferentes estados emocionales, explorando los límites del cuerpo como un espacio habitable en sí mismo. La obra invita a reflexionar sobre nuestros propios cuerpos en relación con el mundo, con las estructuras arquitectónicas y los ambientes urbanos; sobre los caminos por los que nos orientamos espacialmente y de cómo reaccionamos cuando nos enfrentamos a los acontecimientos cotidianos que nos provocan estados mentales incontrolables.
La velocidad y la indolencia propias de la vida en la urbe conspiran contra una experiencia activa y cotidiana de la memoria, en la vida agitada de las grandes urbes pocas veces damos importancia a la pequeñez de acciones y situaciones que, aparentemente insignificantes, pueden transformar nuestra relación con el entorno. Memorias de lo cotidiano, plantea hacer referencia a las experiencias efímeras y cotidianas que el ciudadano de la urbe experimenta. Al tomar el cuerpo como punto de partida, la exposición se centra en el cuerpo como sujeto, objeto y lugar. En la muestra, las instalaciones son dramáticas y envolventes. Al espacio lo definen y articulan multitudes y figuras solitarias –concreto, resinas, espuma de poliuretano, tela, lana– y vacíos donde podría haber cuerpos. Al encontrar estas presencias y ausencias, se nos insta a no ser espectadores pasivos, sino a convertirnos en parte de la obra al ir caminando por ella o en su derredor, navegando y negociando espacios.
Memorias de lo cotidiano funciona como una invitación hacia un viaje a través de diferentes estados emocionales, explorando los límites del cuerpo como un espacio habitable en sí mismo. La obra invita a reflexionar sobre nuestros propios cuerpos en relación con el mundo, con las estructuras arquitectónicas y los ambientes urbanos; sobre los caminos por los que nos orientamos espacialmente y de cómo reaccionamos cuando nos enfrentamos a los acontecimientos cotidianos que nos provocan estados mentales incontrolables.