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Bajo los ojos de la memoria

Jueves, 09 Enero 2014 21:33 Escrito por Caroline Perrée1 (Guadalajara)
 
La artista plástica mexicana Betsabeé Romero1 se expresa a través de diferentes formas artísticas - pintura, fotografía, collage, serigrafía, escultura - pero su material de predilección es el coche y todos los accesorios que lo constituyen. Desde sus principios, la artista utiliza soportes no convencionales: tejidos, plásticos, esteras trenzadas o tricotadas porque la pintura es el arte de las galerías, el arte que atrae siempre al mismo público: el de los museos. Entonces para ella, el arte no es un mundo separado que funcionaría a puerta cerrada, porque debe desempeñar un verdadero papel social en la comunidad humana. El artista se hace el testigo y el ojo crítico de la sociedad en la cual vive. A la vez despertadora de las conciencias por sus instalaciones que conmemoran el destino de los emigrantes, y guardiana de la memoria por su trabajo sobre el pasado precolombino, Betsabeé Romero nos presenta sus obras como si fueran espejos para ayudarnos a mirar mejor la realidad. Es por eso que su universo plástico coloca al espectador en una situación de familiaridad asombrosa que tanto refleja nuestro cotidiano y las problemáticas sociales de la sociedad moderna.
 
Un vocabulario plástico popular y tradicional
 
El vocabulario estético de Betsabeé Romero es el de la calle y del pueblo, el de una memoria colectiva a la cual cualquier mexicano, del más rico al más pobre, es sensible. Todos los objetos creados o integrados en sus obras plásticas son los símbolos de una cultura nacional: las rosas que adornan el vestido de la Virgen de Guadalupe son pintadas sobre el Ford Victoria expuesto en la Bienal In’Site97 , Ayate Car (1997); el famoso carro de Volkswagen apodado « Vocho » es sumergido en una fuente de la colonia de la Condesa en la instalación Todo lo que brilla no es verde (2007); el barro cocido de Oaxaca grabado por dibujos precolombinos marca el camino de los emigrantes que intentan cruzar la frontera en Memoria atropellada (2001). En estas referencias populares mexicanas reconocibles entre todas se añaden los elementos precolombinos, como supervivencias latentes en la cultura mexicana contemporánea: el petate, la estera trenzada sobre la cual duermen los indígenas, pero la cual sirve también de sudario y que la artista utiliza para denunciar la sociedad de consumo al recubrir un coche expuesto frente a una chatarra de automóvil americana, El Petate justiciero (2001); el tamal es un plato a base de sémola de maíz que se cuece al vapor en sus mismas hojas y que la artista transforma en obra de arte al exponerla en la calle, El que nace para tamal... del cielo caen hojas (2000); la rueda, la del automóvil, es el elemento fundamental de la cultura urbana que la artista remite en la rueda del juego de pelota, Juego de pelota (2000)2. Cada uno de estos elementos es integrado en las creaciones de la artista o constituye el soporte, mezclando rasgos de la cultura popular y de la cultura prehispánica, subrayando las supervivencias de una a la otra, dando a luz el mestizaje fundador de la mexicanidad. La obra es el lugar de una fusión de los estratos temporales, que hacen confrontar las referencias indígenas y los elementos populares urbanos, reflejando al mismo tiempo la profundidad y la diversidad de la cultura nacional. Las creaciones de Betsabeé Romero son como tantos espejos de la sociedad, lo que hace decirle a Osvaldo Sánchez: « lejos de toda intención mística, puede que el tema real de estas obras sea la memoria colectiva3.»
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