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La Revolución y 100 años

Lunes, 13 Enero 2014 12:05 Escrito por Inda Sáenz


La Constitución de 1917

Empresas privadas y extranjeras producen más del 40% de la energía eléctrica que venden luego a la Comisión Federal de Electricidad a un alto costo. El 12% del territorio nacional está concesionado a compañías mineras privadas, muchas de ellas extranjeras. Esto, en abierta violación del artículo 27 de la Constitución mexicana.
 
El problema del analfabetismo en México es serio, con 5.9 millones de mexicanos que no saben leer ni escribir, cuando se conmemoran 200 años de Independencia y 100 de la Revolución Mexicana, señaló el rector de la UNAM, José Narro Robles.
 
La economía y la migración
 
Durante el porfiriato se mantuvo el tipo de cambio a 1 peso por dólar. Desde el principio del sexenio de López Portillo hasta el final del sexenio de Miguel de la Madrid, el tipo de cambio pasó de $12.50 a $2,289.58. Sin tomar en cuenta el “ajuste”  para pasar de pesos a nuevos pesos en1993, desde 1910 al día de hoy, el peso se ha devaluado cerca de 7,500%. Refencia.
 
El salario mínimo vigente es de 55 pesos diarios. En Estados Unidos la hora de trabajo se paga en 7.25 dólares.
 
Según el Banco Mundial, durante 2010, la frontera México-Estados Unidos fue la de mayor flujo migratorio en el mundo, con 11 millones 600 mil personas.
 
De acuerdo con el Servicio de Administración Tributaria (SAT), 400 grandes consorcios, pagaron menos de 2% de impuestos.
 
La política
 
En los cuatro años de la guerra contra el narcotráfico emprendida por Felipe Calderón, el saldo es de más de 30 mil mexicanos muertos.
 
La pintura
 
¿Dónde estamos a cien años de la Revolución? Es una pregunta que me hago como cualquier ciudadana, pero también como pintora. En 1915 Diego Rivera pinta su extraordinario cuadro cubista “Paisaje Zapatista”. En 1921 inicia el proyecto de pintura mural impulsado por José Vasconcelos.
 
Desde finales de los años cincuenta, la Escuela Mexicana, sus símbolos, el compromiso social de los artistas, la historia y el oficio de la pintura han sido denostados, como parte de una intensa campaña de guerra fría cultural; sus estragos están a la vista en la banalización de nuestra historia, en el vaciamiento de contenidos sociales en las obras plásticas, y en el abandono de los medios, contenidos y símbolos que hicieron grande a la Escuela Mexicana. Por ello, retomo en esta pequeña serie el tema de la Revolución de 1910 recuperando el lenguaje y contenidos simbólicos de la Escuela Mexicana.
 
De mujeres y de historia
Por Angélica Abelleyra
 
La historia del arte la ha enriquecido profundamente. También la historia de algunas mujeres artistas. Y con ellas y por ellas, Inda Sáenz (DF, 1957) se espejea, copia de añejos estilos del siglo XVI al XX y añade su propia manera de pintar la cotidianidad que le toca en el XXI. Con humor, con oficio, con deseos por no repetirse, le da la mano a la figuración para enriquecerse pero luego se la suelta para apoyarse en otros caminos que han ido de la abstracción al constructivismo, del uso espacial a partir de Jean Genet y Roberto Matta, del retrato a la naturaleza muerta. Todo, a fin de apasionarse con la pintura más que imponerse conceptos; de divertirse antes que aspirar a las aceptaciones.
 
Maestras, discípulas y alegorías es su más reciente serie donde alió ese interés en la historia del arte y el devenir creativo de algunas mujeres. Artemisia Gentileschi, Clara Peters, Judith Leyster, Angélica Kauffman, María Izquierdo y Natalia Goncharova deambulan en cuadros que Inda copió de aquellos autorretratos hechos hace cinco centurias o cincuenta años y les añade un toque personal que nos las trae al presente.
 
Esa práctica, la de la copia, tan devaluada y en desuso hoy en las escuelas de arte, ha sido su interés permanente. Cuando estudió dibujo y pintura en la ENAP y durante su maestría en Artes Visuales en esa escuela de la UNAM, vivenció el faltante. Mientras el dibujo al natural y el empleo de modelos era ejercicio casi cotidiano, la copia de obras maestras se volvía prohibida ante el imperativo de la “originalidad”. Pero ella se hacía una pregunta que reverberó en su cabeza por años: ¿cómo apre(he)nder un lenguaje pictórico que tiene siglos de desarrollo si no es acercándote humildemente a él por medio de una copia, lo mejor que puedes?
 
La cuestión no tuvo respuesta inmediata. Sin embargo Inda ejercitó la copia de cuadros, retomó imágenes de grabados y fotografías más actuales y aprendió de la paleta de pintoras italianas, holandesas, alemanas y mexicanas. Por supuesto, en ella siempre ha estado lejos la intención de trasladar fielmente la imagen al grado de intentar la falsificación porque cambia  formatos y colores o añade elementos que le dan un toque personal a cada tela.
 
Así, la copia ha sido su manera de acercarse a las creadoras que le fascinan por su estilo o su vida que, dicho sea de paso, estuvo borrada por la sociedad y la academia de su tiempo. De Artemisia a María Izquierdo, del 1600 al 1940 y tantos, los obstáculos son tan parecidos en sociedades que le han hecho la vida difícil a las mujeres artistas. O al menos le han puesto más piedritas en el camino que a sus colegas varones.
 
Interesada además en la teoría del arte feminista y en la educación artística femenina que ha investigado a partir de un seminario del Programa Universitario de Estudios de Género de la UNAM, Sáenz ha multiplicado sus intereses como pintora. Con carga desoladora y monocromática, ha hecho series homenaje a Genet (Escenarios para Jean Genet, 1995) y ha integrado a su lenguaje las pautas del constructivismo ruso o el vocabulario de Torres García o Lam o Matta con sus particulares entramados (La construcción de lo imposible, 2000).
 
Con más exposiciones en espacios públicos universitarios que en galerías privadas, mantiene su práctica del dibujo, prueba una y otra vez en los retratos de las mujeres pintoras, insiste en sus vanitas (alegoría de la vanidad de la vida) y en el tratamiento de la forma de los objetos. De vez en cuando, incluye su propia imagen en los retratos de forma ligera y divertida, dándose total libertad para apropiarse de lo ajeno y reinterpretar lo propio.
 
Publicado en La Jornada Semanal, 18 de diciembre de 2005
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