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Theratos

Viernes, 31 Enero 2014 13:48 Escrito por Patricia Tovar
 
Las obras en óleo y la selección de dibujos, que nos ofrece Siegrid Wiese, muestran el proceso de exploración que hace la artista en relación a su propia identidad, las mutaciones de su ser en el devenir plagado de lo impensable, de encuentros con otros que la asombran, al provocar la revelación de deformidades como marcas de la interioridad.
 
Cada dibujo, cada personaje, replantea la idea de lo “anormal” o prodigioso y nos remite por momentos al bestiario renacentista, en el que se fusionó lo humano con lo animal. Durante el SXVI el asombro por lo diferente produjo obras como la “Monstruorum historia” de Ulisse Aldrovandi, en la que podemos ver a una mujer perfectamente ataviada, pero con rostro de simio, o una criatura tricéfalo y anfibio que supuestamente vivió en el Nilo. Las exploraciones de mundos diferentes produjeron la creación de portentos que supuestamente habitaban aquellas tierras, pero que en principio hablaban del imaginario europeo, de sus temores, de su desconocimiento e incapacidad para conceptualizar lo distinto. “En el último lugar de África, al final de la tierra, hay hombres que son del todo humanos excepto porque tienen el cuello de grulla y en el rostro, pico y barba de gallo” (SXVI Aldrovandi).
 
La teratología de Wiese, supera la definición aristotélica de lo monstruoso para acercarse a lo grotesco, lo violento y alterado, como una vía plástica para abordar la desesperanza contemporánea, en la que el monstruo invade diciendo “no soy” , carezco de forma, de un adentro, de un ser.
 
Lo íntimo y lo social como tensiones en la obra de Wiese, producen personajes deformes, carentes de contexto, marginales, sin ubicación ni pertenencia, que irrumpen, se desplazan de un mundo a otro, entre las pulsiones sexuales y el sadismo absurdo del psicópata contemporáneo. Y son estas imágenes al mismo tiempo, las objetivaciones de lo psicológico de la artista, puestas en un proceso plástico que ahora ha inaugurado y a través del cual experimenta y busca su propia transmutación, su realidad más callada, sus silencios melancólicos, y al final su necesidad de liberación creativa.
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