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La escritura de la psique

Jueves, 22 Mayo 2014 14:37 Escrito por Fernando Gálvez de Aguinaga
 
El trabajo artístico de Sara Corenstein ha sufrido un vuelco en los últimos meses, la conocíamos por su trabajos de arte textil, por sus pinturas y dibujos, pero ahora, impulsada por una necesidad interior de expresar cuestiones más profundas de su intimidad y su historia personal, ha buscado nuevos medios que la ayuden a expresar en forma explícita, contundente, su proceso vital. La exposición que hoy nos ocupa está conformada por diversas piezas individuales, y sin embargo, yo prefiero verla como un todo, es decir, las conexiones entre las diversas piezas aquí reunidas, conforman más una ambientación en su conjunto, un discurso que recorre diversos aspectos de la biografía de la artista, mismos que han sido procesos determinantes para todos los otros aspectos de su existir. Por una parte, Corenstein aborda sin rodeos su vida y la problemática del individuo con el entorno, los mecanismos de exploración personal que durante años ha practicado para encontrar respuestas a su vida interior. Es eje de esta exposición la obra en la que se incluyen una mesa, una silla, cuadernos, una taza y un plato cubiertos con pedacería recortada de los textos que cada mañana ella se sienta a escribir para plasmar su mundo onírico, intentando de esa manera revisar su subconsciente para de alguna forma buscar respuestas a su problemática personal. Digo que la pieza es central, porque al final de cuentas, el conjunto de la muestra es un intento de ampliar los espacios de esa exploración, pero llevando ahora esta inmersión íntima hacia un diálogo creativo a través de su profesión y expresión artística, y poniendo ante el público aspectos muy hondos de sus territorios emotivos y psíquicos. La solución es afortunada, durante años sentada ante una mesa, la artista ha convertido sus primeras horas del día en una fuente de reflexiones auto exploratorias, las palabras surgen casi automáticamente intentando fijar lo que los sueños han dejado en su memoria inmediata, esos tiempos de escritura se vuelven pues en una envoltura metafórica construida con el tiempo invertido en el espacio en que se desarrolla y del proceso reflexivo mismo; los enseres y muebles de la cotidianidad están bañados, cubiertos por esa piel de meditaciones íntimas.
 
Por otra parte, la obra reflexión que se liga con su trabajo textil pero con una marcada tendencia a transfigurar el lenguaje clásico de los tapices, no es tampoco un mero trabajo plástico, hay detrás una compleja reflexión o planteamiento, y un largo proceso de concepción, conceptualización y manufactura. Constituida por cientos de empaques plásticos de pastillas cosidos, el trabajo incorpora medicamentos consumidos como muchos otros conseguidos en clínicas, familiares y amigos que apoyaron este proceso de recolectar material en el que el reciclaje se ha vuelto parte fundamental del proceso creativo. Con su paciente colecta, Corenstein no sólo buscaba más material para su obra, sino también tender un enlace de diálogo con esos otros también, en búsqueda del alivio.
 
Cortinajes de biografías que buscan salidas a sus flagelos psíquicos , estos tapices del dolor individual, son obras abiertas a que cada quien saque sus propias conclusiones sobre esta extendida realidad de muchas personas de nuestra sociedad. No hay en las piezas un discurso impositivo, sino la puesta en evidencia de una realidad. Desde mi propia lectura, las obras me dicen de una sociedad en la que muchos seres sensibles terminan sumidos en procesos depresivos no sólo por características químicas de su organismo o por vivencias traumáticas, sino por una sociedad marcada por una lógica destructiva, fijada en valores falsos como el materialismo a ultranza, el consumismo, la comercialización de todo desde los objetos hasta los seres humanos y pasando por las semillas o el agua, la terrible destrucción de la naturaleza por intereses económicos, la degradación de la vida por la violencia creciente de las sociedades, el imperio actual de la guerra, la corrupción y la delincuencia. Muchas mentes y vidas no pueden superar fácilmente las historias íntimas porque el agobio de una sociedad decadente los marca y los pone en situaciones traumáticas.
 
Por otra parte, las fotografías, los documentos fotocopiados e intervenidos, son también una antología vital, una secuencia de viajes, identidades culturales y papelerías oficiales, que terminan por retratar esta lucha e historia personal, de la cual afortunadamente Corenstein ha salido airosa, triunfadora, pues ha tenido incluso la valentía de ponerla frente a nuestros ojos y de convertir su experiencia en un llamado a la reflexión de los espectadores, pues al final, como ella dice, no somos una individualidad absoluta, en gran medida, somos también los demás.
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