La mujer como tema
Martes, 17 Diciembre 2013 12:15
Escrito por Lorena Zamora Bentancourt
Al representar la figura humana, Olga prefirió e hizo prevalecer en sus obras la imagen femenina. En gran medida se trataba de modelos indígenas de niñas, muchachas o adultas, con atuendos típicos o en sus labores cotidianas; en ocasiones fueron personajes ficticios y en otros casos la apreciación íntima de los cuerpos femeninos. Los primeros desnudos de la artista expresaron la sensualidad de las formas y el color de piel de la mujer indígena, como ocurre en los cuadros Dos desnudos y Desnudo femenino, ambos de 1948, la deformación grotesca de las sinuosas resulta por demás un reconocimiento a la belleza propia de un desnudo ajeno a los estereotipos. Carlos Monsiváis escribió al respecto: Olga "elige a la mujer como imagen perfecta. En su obra las figuras femeninas fijan la utopía de las formas en libertad [...] y en lo irrepetible, la sensualidad femenina es el equivalente a la creación". Cabe mencionar un cuadro ingenioso como El duelo, de 1942, en el que la artista plasmó a dos mujeres con elegantes vestidos y sombreros, con el torso desnudo y florete en mano, en una escena irónica y ficticia: es el juego de la fantasía que se divierte en la elección de sus personajes.
Al representar la figura humana, Olga prefirió e hizo prevalecer en sus obras la imagen femenina. En gran medida se trataba de modelos indígenas de niñas, muchachas o adultas, con atuendos típicos o en sus labores cotidianas; en ocasiones fueron personajes ficticios y en otros casos la apreciación íntima de los cuerpos femeninos. Los primeros desnudos de la artista expresaron la sensualidad de las formas y el color de piel de la mujer indígena, como ocurre en los cuadros Dos desnudos y Desnudo femenino, ambos de 1948, la deformación grotesca de las sinuosas resulta por demás un reconocimiento a la belleza propia de un desnudo ajeno a los estereotipos. Carlos Monsiváis escribió al respecto: Olga "elige a la mujer como imagen perfecta. En su obra las figuras femeninas fijan la utopía de las formas en libertad [...] y en lo irrepetible, la sensualidad femenina es el equivalente a la creación". Cabe mencionar un cuadro ingenioso como El duelo, de 1942, en el que la artista plasmó a dos mujeres con elegantes vestidos y sombreros, con el torso desnudo y florete en mano, en una escena irónica y ficticia: es el juego de la fantasía que se divierte en la elección de sus personajes.