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Arrobo por el grabado

Lunes, 26 Mayo 2014 09:09 Escrito por Angélica Abelleyra    

Sus líneas tienen vida; una existencia íntima, cálida, sinuosa, delicada, que es piel y mujer, fruto y sexo, signo y pregunta. Entre la figuración y el rasgo abstracto, sea en grabado, dibujo o pintura, Nunik Sauret (DF, 1951) continúa con su arrobo por el arte. Ese embeleso que se mantiene casi intacto como cuando tuvo 17 años, hizo surcos en una placa, y vio surgir de una prensa la imagen impresa en papel, con diferentes registros y una gran fuerza.

Siempre se divirtió consigo misma, dibujando; pero su vocación de vida tardó algún tiempo en aclararse. Tuvo que pasar por talleres de cocina, mimbre y taquigrafía para decidirse finalmente por el dibujo. Su padre animó aquél interés, la acercó a un amigo pintor y a los quince años favoreció su ingreso a La Esmeralda, donde se sintió afín con sus compañeros y llegó a comprender que ese era el sitio donde enfrentaría “esa lucha interna de que mi vida es el arte”.

Se inició en la pintura pero algo le decía en voz baja que persistía una laguna hasta que en el tercer año conoció al maestro Octavio Bajonero y comenzó a ejercitarse en un quehacer que hasta ahora la apasiona: el grabado. En el taller libre del Molino de Santo Domingo, comenzó no sólo a aprender la alquimia entre placas, ácidos, gubias, planchas y papeles; también conoció el trabajo de otros grabadores, expuso el propio, y gracias a ello dio un salto con menos tropiezos entre su camino de alumna y de profesional.

Desde entonces le entusiasma la figura humana y, sobre todo, la presencia femenina en sus piezas al temple sobre huevo, en aguafuerte o aguatinta. ¿Por qué la mujer? Por la conexión con su propio ser y para romper tabúes respecto de lo social, sexual y religiosamente aprendido en torno de “lo femenino”.

Así, con una eficacia técnica en todos los caminos posibles del grabado (aunque la madera y la piedra no la han atraído mayormente) más su habilidad en el proceso pictórico añejo del temple sobre huevo, Nunik plantea ante nuestros ojos su proceso de develar quiénes, cómo y por qué somos...

También magnífica impresora y creadora de ex libris, mantiene activo su taller donde ofrece cursos a diversos públicos y en el cual han trabajado los artistas Joy Laville, Irma Palacios, Leonora Carrington, Arturo Rivera, José Luis Cuevas y Roger Von Gunten, por citar a algunos en los que infunde su pasión por el grabado, les alivia un poco la fobia y les asesora tanto en experimentaciones como en soluciones prácticas para cada serie.

Aunque descuidó un poco su obra personal, conocer a sus colegas en la misma cancha la enriqueció, de la misma forma que su contacto con jóvenes mexicanos le ha ampliado su horizonte creativo. Desde hace 20 años es maestra y tiene ocho de ofrecer talleres en Torreón, Tlaxcala y otros estados.

Con su técnica preferida a la punta seca, se considera una rescatadora de los desertores del grabado, les sacude la flojera y los conmina a experimentar en este universo que valora el trabajo colectivo.

Reflexiva pero llena de impulsos, se mueve entre la labor íntima, intelectual, pausada del grabado y la ejecución más directa y corporal de la pintura. Pero en ambos se alejó un poco de la abierta figuración. Y –sin abandonar del todo el rasgo humano- elabora formas orgánicas, juega con la geometría y confecciona paisajes o signos que han enriquecido su creación que no se asusta de los cambios.

Texto publicado originalmente en La Jornada Semanal (02/febrero/2003)
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