Arte del Yo
Viernes, 20 Noviembre 2015 12:00
Escrito por Josefína Alcazar
Cuarta parte Performance: Arte del yo
13. “JE EST UN AUTRE”
Josefina Alcázar
Tomado del libro Performance, un arte del yo.
Autobiografía, cuerpo e identidad.
Grupo Editorial Siglo XXI, 2014.
De la página 253 a la 256.
Chellet utiliza el autoretrato para problematizar la relación entre subjetividad y representación. Invierte la idea tradicional de que el retrato representa a un sujeto que es auténtico y original, y aparece como un estereotipo femenino. No son autorretratos tradicionales, son una apariencia de la identidad femenina proyectada en la imagen de la representación. Son estereotipos femeninos que reencarnan en la artista y al deconstruirlos pone en evidencia la forma en que se construye la identidad y el género. Esta crítica de la representación implica que la subjetividad es diseñada y construida por un orden simbólico. Si el retrato ha sido uno de los mayores medios para propugnar la noción de una feminidad real, también es el espacio ideal para deconstruirlo. La crítica a la noción de subjetividad tiene inmediatas consecuencias en la noción de representación y viceversa.
Cuarta parte Performance: Arte del yo
13. “JE EST UN AUTRE”
Josefina Alcázar
Tomado del libro Performance, un arte del yo.
Autobiografía, cuerpo e identidad.
Grupo Editorial Siglo XXI, 2014.
De la página 253 a la 256.
Chellet utiliza el autoretrato para problematizar la relación entre subjetividad y representación. Invierte la idea tradicional de que el retrato representa a un sujeto que es auténtico y original, y aparece como un estereotipo femenino. No son autorretratos tradicionales, son una apariencia de la identidad femenina proyectada en la imagen de la representación. Son estereotipos femeninos que reencarnan en la artista y al deconstruirlos pone en evidencia la forma en que se construye la identidad y el género. Esta crítica de la representación implica que la subjetividad es diseñada y construida por un orden simbólico. Si el retrato ha sido uno de los mayores medios para propugnar la noción de una feminidad real, también es el espacio ideal para deconstruirlo. La crítica a la noción de subjetividad tiene inmediatas consecuencias en la noción de representación y viceversa.
Cuando Chellet reencarna estos arquetipos femeninos, me parece que pone en acción la teoría de la performatividad de Judith Butler: "cada acto, cada gesto, generalmente construido, es performativo... el hecho de que el cuerpo adquiera género de manera performativa sugiere que no hay un estatus ontológico en los actos que conforman su realidad y que la realidad es una fabricación, aunque parezca una esencia interior; que la auténtica interioridad es una función del discurso público y social". María Eugenia Chellet trabaja tenazmente en la producción de sí misma, como Monalisa, como mujer fatal o como diva, pero siempre en el paradójico y problemático conflicto entre la mujer como objeto y la mujer como artista. Ironiza el proceso de fetichización de la mujer, la mujer como objeto del deseo. Cuestiona los estereotipos represenatacionales y los modelos de identidad femenina construidos culturalmente.
Yo veo en los performances de Chellet una crítica a la concepción moderna que reclama una coherencia personal, es decir, una crítica al mito de la “autenticidad” que debe acompañar al artista. … María Eugenia Chellet afirma con razón, que al presentar sus múltiples personalidades no está actuando, y establece una clara diferencia entre un actor y un artista de performance: “el actor, dice, desarrolla un oficio que estudia y aprende mediante técinas y escuelas para poder interpretar a otros que no son él, sigue un papel, un guión, obedece a un director, etc. El performancero sube a escena por una necesidad subjetiva, psicológica y emocional para expresar sus múltiples identidades o personalidades, sin dejar de ser él mismo, sino que se expresa a sí mismo, sin preparación actoral, porque no es un actor, es un artista del performance que necesita de esa forma para decir algo a los demás; no pertenece a una industria ni necesita de una escuela que lo forme. El performancero trabaja con su energía y la de los demás, es un trabajo personal”.
Yo veo en los performances de Chellet una crítica a la concepción moderna que reclama una coherencia personal, es decir, una crítica al mito de la “autenticidad” que debe acompañar al artista. … María Eugenia Chellet afirma con razón, que al presentar sus múltiples personalidades no está actuando, y establece una clara diferencia entre un actor y un artista de performance: “el actor, dice, desarrolla un oficio que estudia y aprende mediante técinas y escuelas para poder interpretar a otros que no son él, sigue un papel, un guión, obedece a un director, etc. El performancero sube a escena por una necesidad subjetiva, psicológica y emocional para expresar sus múltiples identidades o personalidades, sin dejar de ser él mismo, sino que se expresa a sí mismo, sin preparación actoral, porque no es un actor, es un artista del performance que necesita de esa forma para decir algo a los demás; no pertenece a una industria ni necesita de una escuela que lo forme. El performancero trabaja con su energía y la de los demás, es un trabajo personal”.