Agua: flujo situaciones
Recolectora de relatos y objetos, Jeannette Betancourt ofrece con motivo de "Agua: flujo situaciones" la experiencia de divagar entre obras singulares con respecto al agua, sus favores y desvíos. Dislocados mitos, historias griegas y procesos de mercadotecnia en torno a este recurso, la artista no desea llegar a conclusiones pero nos desafía. “Mi objetivo no es hacer resoluciones –más bien- compartir preguntas abiertas que nos puedan conducir a una mejor comprensión de nuestra relación con el agua” dice al artista.
En un principio, está el mar Egeo, los mitos griegos y batallas. "Radiografía del poder" y "Muro de Agua" se hicieron en este contexto. Se refieren al temperamento del agua, como uno que ruge, luchando contra la asfixia debido a la grave contaminación y, alternativamente, sereno y generoso. Pero con los problemas ambientales de hoy, el aspecto del mar como proveedor es más tímido a expensas de la vida de la flora y la fauna. El hombre contemporáneo como el primer animal en tener poder sobre el mundo natural parece haber olvidado esta situación, la de no dejar de vigilar el equilibrio entre los aspectos de su naturaleza. El primer hombre es ante todo, una multitud de acontecimientos cotidianos, a su vez convirtiéndose en una multitud de relatos de historias que no imaginamos perniciosos, con consecuencias globales en todo el mundo.
En general, todo comienza con un caso aislado en poco tiempo, definido, como una nave que queda sola en el mar para convertirse en un fantasma que morirá lejos de las miradas culpables. Estas historias se convierten sin embargo, en acontecimientos inquietantes reales – la situación actual vuelve sobre los pasos de muchos de ellos - con consecuencias, como el debilitamiento de un ecosistema completo. El equilibrio inestable toma forma de estos cinco contenedores con objetos recuperados en la playa de Salé, Marruecos, "El Arrullo".
El tema del agua permite a la artista expresar el antagonismo y la confusión actual en la naturaleza. Con la obra "Aguacero", recupera un fragmento de su infancia, las repentinas lluvias en la isla de Puerto Rico. Pero a pesar de esta tendencia, el agua es escasa. La artista no cesa de trabajar con esta expresión, quiere también - precisamente con la obra “Fragmentación” – apuntar las tendencias imperfectas del ser humano con respecto al agua: su visión pragmática, las nociones de recolección útil, su distribución y uso diario, además de los puntos de vista económicos.
En este “cubo blanco”, un espacio purificado, Jeannette Betancourt genera, utilizando esta colección de objetos y narrativas, un discurso sobre nuestras consideraciones y nuestra relación con el agua: de la deificación a la contaminación. Una vez más, nos encontramos con historias griegas, tanto mitológicas como históricas. Hoy se conservan las huellas de la presencia divina, a pesar de que el Occidente ha suprimido a los dioses y con ello, la predestinación. Más que apegarse a su supresión, el hombre se otorga a sí mismo los atributos divinos, sus Estados de ánimo y sus gestos. La era industrial es una de las expresiones más significativas de esta realidad. Si la historia en cada espacio, cada momento, aún revela la presencia del estado divino, rara vez ha considerado y reflejado la finitud del hombre y la naturaleza. Por lo tanto, deificación ocurrió con el hombre y sus artefactos, tales como la botella de plástico. Luego retiró gradualmente de la conciencia fundamental, su responsabilidad hacia un mundo donde todos los arrendatarios están íntimamente relacionados.