Crítica feminista en la teoría e historia del arte

 

Nuestra intención al concebir esta recopilación en español de textos de historia y crítica de arte feministas ha sido la de promover un mayor conocimiento y reconocimiento de esta perspectiva de análisis histórico-estético en la comunidad académica y artística de México y otros países hispanoparlantes, proporcionando a alumnos, profesores y estudiosos del arte y su historia una herramienta para la reflexión crítica.

Dar a conocer una colección de artículos que da cuenta de los planteamientos principales y el desarrollo de esta corriente de pensamiento, que ha tenido una importante repercusión en el resto de Norteamérica y en Europa, es una necesidad por largo tiempo desatendida en nuestro contexto. A tal punto que, en las escuelas de arte en México, prácticamente se ignora su existencia, a pesar de que el pensamiento feminista ha revolucionado de manera importante los lenguajes visuales de la posmodernidad. Y el panorama en las carreras de historia del arte no es mucho más alentador.

Por un lado, hay un reducido número de artistas que realiza crítica feminista a partir de sus obras, subvirtiendo los cánones de representación y cuestionando su propia experiencia; por el otro, el hecho de que sólo unas cuantas críticas y académicas cuenten con herramientas teóricas y críticas desde el feminismo, da por resultado la falta de una recepción adecuada de esta producción. En general, encontramos que, tanto en el ámbito de la historia y la crítica como en el de la creación artística, se recibe con cierta sospecha cualquier alusión al feminismo, y se desconoce o se conoce muy parcialmente la nutrida producción académica y artística desatada por el feminismo y los estudios de género en otros países.

En otros ámbitos de estudio y producción humanística en México, como los de la literatura y la historia, las reflexiones de la teoría feminista y los estudios de género se han integrado más plenamente al cuerpo de conocimientos disciplinar, de manera que han tenido frutos significativos en los procesos de educación y en la producción bibliográfica nacional. En cambio, en el campo de la historia y la crítica de arte, esta discusión se encuentra relegada o reprimida, en parte debido a la vinculación preponderante de los discursos historiográficos con los usos simbólicos del arte como elemento de apoyo a los discursos de legitimación de grupos de poder hegemónicos.

En este sentido, la falta de desarrollo de un movimiento feminista contundente en México, con una presencia y repercusión social equivalentes a las que esta corriente ha tenido en muchos países desde los años setenta, ha desprovisto al campo de las artes visuales del diálogo que nutrió a esta línea de pensamiento en Estados Unidos y Europa, convirtiéndola en parte integral de un proceso de cuestionamiento que tocaba no sólo a los intelectuales, sino a la sociedad en general. “Lo personal es político” es el planteamiento básico del feminismo que dio lugar a un cuestionamiento profundo del papel del género sexual en la determinación de nuestras relaciones de poder humanas, nuestras estructuras sociales y económicas y nuestras vivencias del cuerpo y de la percepción, y permitió, precisamente, que el pensamiento feminista desafiara la segregación de los ámbitos de lo privado y lo público. Un borramiento paralelo se efectuó entre las fronteras de la llamada “subjetividad” y la llamada “objetividad”, cuya dicotomía ha sustentado el discurso académico racionalista desde la época de la Ilustración.

El rompimiento radical desde el feminismo con estas fronteras conceptuales ha sido fundamental para el desarrollo del pensamiento posmoderno en diversos campos, así como para la práctica política de muchos grupos en la era del multiculturalismo. Los primeros planteamientos de un pensamiento feminista sobre el arte, de parte tanto de historiadores como de productores, están fundados en un proceso de cuestionamiento vital propio que se integra al campo de acción profesional y que tuvo, por lo mismo, una fuerte repercusión en la generación que vivió simultáneamente el proceso de la llamada “liberación femenina” y su proceso de formación intelectual.

La pasión y convicción desatadas por este proceso de transformación de conciencia llevó al cuestionamiento de las formas en que las estructuras de poder determinadas desde el género afectan las instituciones sociales y educativas que forman artistas, los criterios explícitos e implícitos que determinan quién puede aspirar a ser artista, los temas representados, los modos de ver manifiestos tanto en la técnica como en el contenido artísticos, y los criterios y objetivos con los que se ha hecho la historia y la crítica del arte.

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