Indígenas Urbanas ¿Nueva Ciudadanía?
La Oficina Regional de ONU Mujeres para México, Centroamérica, Cuba y República Dominicana, se complace en colaborar con la publicación Indígenas Urbanas ¿Nueva Ciudadanía?, el cual nos acerca a la vida, sentires y realidades que viven las mujeres indígenas que migran de sus comunidades a la Ciudad de México. Además del excelente y cuidado testimonio gráfico y documental, es una importante contribución a la Campaña regional “Trabajo digno para las trabajadoras del hogar”.
El disfrute de los derechos humanos por todas las personas, de manera integral e interdependiente es esencial para garantizar la justicia y el desarrollo. En oposición, la persistente discriminación contra las mujeres, la desigualdad de género y su expresión extrema en los actos cotidianos de violencia que se cometen contra las mujeres y las niñas - que son, de acuerdo a las Naciones Unidas, la más extendida violación de derechos humanos- socavan el desarrollo de los países, genera inestabilidad en las sociedades e impide el progreso hacia la justicia y la paz.
Existen varios esfuerzos para evidenciar todas las esferas en que a la mujer se le niega la igualdad con el hombre. Estos esfuerzos en pro del adelanto de la mujer han desembocado en varias declaraciones y convenciones, de las cuales la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW, por sus siglas en inglés), es el principal instrumento internacional de derechos humanos de las mujeres y ha sido ratificado por todos los países latinoamericanos. Además cabe recordar la importancia del Convenio 169 de la OIT que trata específicamente los derechos de los pueblos indígenas, también con carácter vinculante para México y las recomendaciones del Foro Permanente para las Cuestiones Indígenas de Naciones Unidas con participación creciente de mujeres indígenas, así como en la Declaración de la ONU sobre Derechos Indígenas aprobada después de más de dos décadas de discusiones, cabildeos, y luchas en sus territorios.
Este año, la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer de la ONU, (CSW por sus siglas en inglés) aprobó la resolución "Las mujeres indígenas: agentes claves en la erradicación de la pobreza y el hambre” . La misma fue patrocinada por los Estados de Argentina, Australia, Estado Plurinacional de Bolivia, Ecuador, El Salvador, Guatemala, México y Nicaragua. En ella se recuerda “el compromiso de los gobiernos, los organismos intergubernamentales, al sector privado y la sociedad civil que adopten medidas para garantizar la participación plena y efectiva de las mujeres indígenas en todos los aspectos de la sociedad”. Pone de relieve también que “corresponde a las Naciones Unidas desempeñar un papel importante y continuo de promoción y protección de los derechos de los pueblos indígenas, así como el empoderamiento de las mujeres indígenas y su disfrute de todos los derechos humanos y las libertades fundamentales.
Ser mujer, indígena, migrante y trabajadora doméstica, como los testimonios presentados lo indican, supone un llamado a la acción urgente para la adopción de marcos jurídicos y políticas públicas que eliminen todas las formas de discriminación, que se agregan en la historia de estas mujeres. Pero además estas no pueden formularse sin su participación central.
De acuerdo con los resultados de la Encuesta Nacional sobre Discriminación en México (Enadis) 2010. Resultados sobre trabajadoras domésticas , se evidencia que nueve de cada diez trabajadoras/es del hogar son mujeres, muchas de ellas indígenas o del ámbito rural. La Enadis hace visible la injustificable desigualdad que enfrentan las trabajadoras domésticas en México y queda clara la necesidad de tomar medidas y crear herramientas para el reconocimiento de los derechos fundamentales y del acceso a un trabajo decente para quienes trabajan en el ámbito doméstico.
En este ensayo fotográfico, se presenta a Marcelina Bautista, que es en la actualidad la Secretaria General de la Confederación Latinoamericana y del Caribe de Trabajadoras del Hogar (CONLACTRAHO). Esta organización, tejida desde las necesidades, deseos y defensa de los derechos humanos, ha sostenido su trabajo en América Latina y el Caribe desde l983, para el avance de las mujeres y la defensa de los derechos de las trabajadoras del hogar.
México, aprobó el año pasado la reforma en materia de derechos humanos a la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, la cual constituye para la República Mexicana el paso más significativo en este campo en los últimos años, y dentro de sus avances se destaca la elevación a rango constitucional de los derechos humanos reconocidos en los tratados internacionales. Con esta reforma, se refrenda el compromiso de combatir todas las formas de discriminación, y de promover y garantizar la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres. Por otra parte, delegados de gobiernos, empleadores y trabajadores adoptaron, también en junio del año pasado, por primera vez en la historia, principios y normas laborales internacionales que están destinadas a mejorar las condiciones laborales de decenas de millones de trabajadoras y trabajadores domésticos en el mundo.
Así contamos con el Convenio 189 y la recomendación 201, sobre trabajo decente para las Trabajadoras y Trabajadores Domésticos, el cual es vinculante para los Estados miembros que lo ratifiquen, hecho que estamos seguras que sucederá tanto en México como en el resto de los países de la región que todavía no lo han ratificado. Uruguay, se ha convertido desde el 30 de abril de este año en el primer país del mundo en ratificar este Convenio, además de contar con una de las legislaciones internas más avanzadas en la región. Se trata de un reconocimiento largamente esperado resultado de la extraordinaria labor de millones de las trabajadoras domésticas en todo el mundo.
Ratificar el Convenio 189 de la OIT, es comprometerse con derechos básicos laborales, incluyendo horas de trabajo razonables, descanso semanal de al menos 24 horas consecutivas, un límite a los pagos en especie, información clara sobre los términos y las condiciones de empleo, así como el respeto a los principios y derechos fundamentales en el trabajo, incluyendo los de libertad sindical y negociación colectiva.
El trabajo decente para las trabajadoras domésticas es un tema de particular importancia para ONU MUJERES. Nuestro plan estratégico identifica el empoderamiento económico de las mujeres como una prioridad temática, en la que nos comprometemos a colaborar para apoyar las prioridades nacionales en el trabajo decente, y los activos de construcción y ampliación de las protecciones laborales para todas las mujeres trabajadoras, incluidas las trabajadoras migrantes y las trabajadoras domésticas.
Finalmente, quiero reconocer la labor comprometida de Lucero González por su liderazgo en el impulso del Museo de Mujeres Artistas Mexicanas y por su contribución a la consolidación de proyectos de mujeres que coadyuvan al cambio social desde una perspectiva de los derechos humanos. Su trabajo, aporta al compromiso de ONU Mujeres para valorar el aporte cotidiano de las mujeres indígenas, migrantes, trabajadoras domésticas desde sus pueblos, en sus territorios, en sus comunidades en las distintas regiones, su importante rol en la transmisión y protección de los conocimientos tradicionales, el manejo de la biodiversidad, y la cultura. Con esta publicación celebramos también los avances que han tenido las mujeres indígenas en sus procesos organizativos, la demanda de una participación igualitaria dentro de las estructuras organizativas mixtas, en los gobiernos, en las Naciones Unidas y en la construcción de sus agendas desde sus respectivas prioridades y visiones.
ONU MUJERES junto al Sistema de las Naciones Unidas y los Estados parte tiene el gran reto de acelerar el ritmo para asegurar el respeto a los derechos humanos de las mujeres y convertir la igualdad de género en una realidad. En el ámbito del trabajo doméstico y de las trabajadoras del hogar, el desafío es todavía mayor debido al poco valor y remuneración que se le asigna a este trabajo, aún cuando es un eslabón esencial en la cadena económica. Como señala nuestra directora, la señora Michelle Bachelet, “la igualdad de género tiene que ser una realidad vivida”