Leonora Carrington: la rebeldía como sello

LEONORA CARRINGTON:
LA REBELDÍA COMO SELLO

por Angélica Abelleyra









Título y dos extractos iniciales del ensayo incluido
en el libro Mujeres Insumisas Ed. Universidad Autónoma
de Nuevo León, UANL, 2007.
Fotografías de Lucero González
Portada: The Giantess, 1949. Leonora Carrington


Rogelio Naranjo, La insurrección de las semejanzas, UNAM,
Coordinación de Difusión Cultural,
Dirección de Literatura, CU, México DF, 2005

¿Por qué no otorgar poderes cósmicos a los objetos más humildes? ¿Por qué no creer en un universo plagado de sacerdotisas y fantasmas? ¿Por qué no tratar de descubrir una cara compleja del mundo donde podríamos salvarnos de las trampas? ¿Por qué no apreciar el lado oscuro de la gente? ¿Por qué no apasionarse de igual manera por una roca o por un duende?


Lepidóptera, 1968. Leonora Carrington

Fotografía de Lucero González. 1993

Insurrecta y ajena a las simplificaciones, Leonora Carrington (1917-2011) se ha planteado siempre éstas y muchas preguntas. Y, sin tener respuestas transparentes, la pintora inglesa las recrea una y otra vez en cuadros, esculturas y grabados. “Para mí, el color, la materia, la tela se han convertido en mi conexión con el mundo. Más que un lenguaje, la pintura para mí es una forma de vida”.





Estrictamente podemos decir que “la entrevista” con Leonora Carrington fue un fracaso, o casi un fracaso*. Porque a pesar de que no respondió ninguna de las 19 preguntas sobre su vida y obra que le planteamos, por ahí se deslizaron algunos cuestionamientos. Como buena surrealista, nos rompió el esquema y la sesión de pregunta/respuesta se convirtió en un encuentro a tres voces, con agua de Jamaica, un gato escapista y una muñeca negra con cara de chango que la pintora bautizó como “La Virgen de la Selva”.

* La entrevista fue realizada en septiembre de 1993 y se publicó con el título Leonora con agua de jamaica, en el suplemento de 9º. aniversario del diario La Jornada, el 22 de septiembre de 1993. Para la edición digital de esta página se hicieron adaptaciones de varios segmentos.

Es muestra de su oficio para bordar que aprendió en la escuela de monjas en Inglaterra. La muñeca de trapo tiene en la frente un tercer ojo que es un pequeño espejo por el que uno ve su propia córnea. Dice que se inspiró en la acción “impactante” de un negro neoyorquino que asustaba a la gente en Manhattan al anteponerles en la cara un espejo y mostrarles sus propios rostros.


La Virgen de la Selva, 1993. Leonora Carrington. Imagen intervenida, MUMA

Fotografía de Lucero González. 1995

Sólo accede a cuatro fotos, que finalmente serán cinco o seis. La preferida, junto a su gato Houdini, un siamés especialista en el arte del escapismo. Recomienda que las tomas se las hagan de frente o tres cuartos, porque su perfil no es bueno.


Ilustración de Luis Fernando, 1995.

Y como habla de las ambiciones, así de grande y general el asunto, ella aterriza diciendo que una de sus aspiraciones es aceptar y hasta querer su proceso de envejecimiento. Que le guste cada vez más su cara, una cara de 76 años. Es por eso que a Leonora le extraña que los esqueletos sean hoy el símbolo del horror. “El esqueleto es maravilloso. ¿Qué tal si no lo tuviéramos? Recuerdo con cierto gusto que una vez en Nueva York estaba en un hotel con puerta giratoria y vi enfrente de mí a una vieja. ¡Qué vieja más triste!, dije, y era mi propia cara. Una cara triste, una cara trágica, pero con la que me sentía bien”.


Crookhey Hall, 1947. Leonora Carrington

La barca del cocodrilo, 1998. Leonora Carrington


“Me gusta hablar sólo si veo alguna utilidad, me comprenden ¿verdad?, dice a manera de justificación. Hablemos mejor del trabajo de las mujeres. A Frida Kahlo y a Remedios Varo ya se les reconoce pero hay muchas mujeres que todavía ¡están escondidas! De esto es lo que me interesa hablar porque soy mujer y me siento parte de esta cultura que hay que examinar”.

“¿Por qué no nos dejan hablar a las mujeres? Y esto vale en todos los niveles y áreas en que una cultura paternalista tiene miedo a que digamos realmente lo que pensamos. Creo que cada persona debe hacer un esfuerzo, empezando dentro de sí misma, para re-cuestionarse sobre los mitos. Lilith me gusta. Siempre es presentada como demoníaca y rescatarla sería importante porque vivimos una tradición de que sea el personaje escondido, aunque en su momento fue rebelde e hizo una crítica”.


The white Goddess, 1958. Leonora Carrington

La Maja del Tarot, 1965. Leonora Carrington

The Q Symphony, 2002. Leonora Carrington

¿La vida es misteriosa?

"La vida es misteriosa, maravillosa, terrible y terrorífica.

Usted ha estado conectada con el cosmos. Siempre aparece. Es que todo es cosmos. Yo tengo pensamientos cósmicos y usted también. Si ha visto una caca de perro en una calle, también es cósmica."


The House Opposite, 1945. Leonora Carrington


"Con los surrealistas no tratábamos de reinventar el mundo. Era descubrir y dar una imagen de un mundo diferente. Pero eso ya lo habían hecho antes los románticos y mucho antes en la Edad Media. Sólo queríamos descubrir un mundo. De reinventarlo no hubiéramos sido capaces. Ahora que ¿cómo quisiera un mundo? Bueno, si alguien me pidiera que yo hiciera algo le diría enseguida que no, porque soy demasiado ignorante todavía”.

Como mujer en el grupo surrealista ¿de qué manera enfrentó ese ambiente con los varones?
"Con mucho cabrón trabajo. (Ríe). ¿De qué otra manera lo puedo decir? Era sobre todo con el trabajo de no mentir a uno mismo para tener un poco más de paz. De no aceptar chistes desagradables sobre las mujeres, no aceptar los paternalismos ni que te dijeran mejor ocúpate de tejer, de cuidar a tus hijitos, o que te dieran palmaditas en la cabeza como diciendo: ¡Qué bien mi chula!"

¿La confluencia de mundos fantásticos y seres mágicos era reflejo de esa rebeldía?
"Eso no lo puedo decir porque está hablando de mi lado escondido, irracional. Esto sale como salen los sueños. Y usted sabe que es muy difícil comprender un sueño aunque usted misma lo soñó."


Ilustración de Gonzalo Rocha, 2018.

De joven, Leonora se identificaba con los caballos. Y admira a los animales por sobre todo porque “son los verdaderos ángeles de esta tierra. Son ejemplo de tolerancia mutua”.


Autorretrato, 1936.
Museo Metropolitano de Arte de Nueva York.
Leonora Carrington

El mundo mágico de los mayas, 1964. Museo Nacional de Antropología,
Ciudad de México. Leonora Carrington

Fotografía de Lucero González. 1993

¿Qué le gusta más de México?
“Es una pregunta difícil de responder. Llegué a México en los años cuarenta y ahora estamos en el 93. En todo este tiempo México ha sido mi hogar. Lo quiero mucho y a veces quererlo tanto me duele”.

“¿Que cómo me siento ahora?
A duras penas trato de reconciliarme con que soy humana. Que soy de la misma clase del que hizo la bomba atómica, del que mató a miles de judíos en Europa, del que estropea la tierra y mata estúpidamente la selva. Y eso no es fácil asimilarlo”.


Fotografía de Lucero González. 1995

Fotografía de Lucero González. 1995

Pausa. Leonora Carrington se levanta de su silla acojinada. Invita un café que después convertiría, mejor, en agua de jamaica. Antes de bajar a la cocina hacemos una escala en su estudio, donde el gato siamés espera a los posibles colibríes que acuden a beber agua en el patiecito contiguo al taller. Instalada ya en la planta baja, la pintora recoge alguna ropa puesta al sol. Houdini se apropia de la mesa en la tibia cocina. Ronronea. La charla transcurre y se acaba el agua colorida. Leonora proseguirá su costura junto a los colibríes.

Fotografía de Lucero González. 1993

Mujer conciencia, 1972. Leonora Carrington

LEONORA CARRINGTON:
MUJER CONCIENCIA

por Karla Segura Pantoja

En 1972 Leonora Carrington realizó la obra Mujeres conciencia. Dos figuras femeninas, una blanca y una negra protagonizan la imagen. Parecen estar intercambiando dos frutas de colores opuestos, probablemente manzanas. Al centro de la imagen se erige una serpiente cuyo punto de origen es una cruz simétrica, la parte inferior de la cruz contiene las raíces de una estructura vegetal que sostiene el circulo principal abarcando la zona en donde se encuentran las cabezas de las dos mujeres y de la serpiente. Los símbolos de este cuadro están íntimamente ligados a aquellos del mito judeo-cristiano de la expulsión del paraíso, pero en este cuadro no hay Adán, sino dos mujeres intercambiando los frutos del árbol del conocimiento: mujeres conciencia.

Leer el ensayo completo aquí

LEONORA CARRINGTON:
ESCULTURA DE SOMBRAS

por Gabriel Weisz Carrington

Realizada en el marco del Panel Internacional: Leonora Carrington a 100 años, efectuado en el Foro polivalente Antonieta Rivas Mercado de la Biblioteca México (Ciudadela, CDMX), el 6 de abril de 2017.

Es tarde en la casa de Chihuahua y todavía puedo verte sentada leyendo. O si es por la mañana, frente al lienzo que descansa en el caballete, te apoyas sobre el tiento, ese bastón que sirve para no manchar lo que ya pintaste. Era de un color de madera oscura y decorado por el uso con algunas manchas de pintura. Cuidadosamente has realizado los trazos de tus figuras geométricas que soportan a los seres del cuadro, son los esqueletos que sostienen a las figuras en los distintos planos de perspectiva.


© Estate of Leonora Carrington / ARS

© Estate of Leonora Carrington / ARS

El juego de vela, 1966. Leonora Carrington

Matemáticas de la imagen

¿Cómo se van generando tus relatos de formas? Habitas distintos planos con esas matemáticas enigmáticas. Tal vez pueda decir que cada cuadro constituye una colección de máscaras que te vas poniendo para interpretar a las criaturas en ese mundo silencioso de las ensoñaciones.

Ante lo que fueran las experiencias de la Guerra y de tus desgracias, encuentras un camino para conducirte a ese lugar para curarte. Aunque ahora pienso, será posible hablar de esos procesos curativos, o bien se trataba de un universo que gradualmente aprendiste a habitar para así poder estar contigo misma.

En tus cuadros, esculturas y escritos se desarrollan juegos rituales. O sea, esos juegos que descubren una esencia del mito, pero se trata de una mitología personal hecha con el material de recuerdos de sueños diurnos, de las visiones, de las imágenes que interrumpen el trotar indiferente del cotidiano.


© Estate of Leonora Carrington / ARS

© Estate of Leonora Carrington / ARS

La mirada

Siempre me impresionó la manera en que fuiste creando tu mirada de pintora. A través de una observación profunda, inventas tu ojo cromático, tu ojo constructor, tu ojo visionario. Una habilidad que parece estar desapareciendo de la pintura actual, pues ahora sólo parece tener valor el ojo intelectual, el arte del mensaje. Aunque son todas tus herramientas que te servirán para emprender las grandes travesías a las regiones interiores.

Sin embargo, en lo que puede constituir un testimonio sobre el ojo visionario y la materia narrativa, sale a mi encuentro un buen ejemplo en la Puerta de Piedra, justo en la escena de la artesana que charla con sus muñecas de marfil:

—¿Quién eres?
—Primera muñeca: Soy prisionera en mi cuerpo de marfil, que antaño fuera de carne y hueso.
—La artesana: ¿Quién eres, muñeca de marfil?
—Primera muñeca: soy de raza judía y no me arrepiento de nada de lo que alguna vez dije, hecho o pensado.
—La artesana: ¿Conoces tu destino? ¿Puedes ver cómo está escrito bajo el cielo y en la tierra?
—Primera muñeca: Debo renacer para encontrar a mi hermana. El Fuego, quien también es carnero, una mujer y una pagana (Carrington 78).

Este fragmento me lleva a ese juego ritual pues la escena anterior ocurre en un escenario mágico y alquímico de invocación entre la misma artesana y el modo en que interpela a sus muñecas. Digamos que se ha despertado una voz profética. Los personajes están articulados con materiales visionarios, lo que nos da acceso a un escenario de percepciones alteradas. Y es en éste, donde podemos encontrar el tesoro de una vida interior.


Casa de los espíritus, bronce, 2004-2005. 219 X 133 X 100 cm. Leonora Carrington

© Estate Leonora Carrington/ARS por todas las obras de LC.
Agradecemos a la Fundación Leonora Carrington AC,
la autorización para publicar las imágenes de obra,
desplegadas en este homenaje.